viernes, 20 de mayo de 2011

SESION 4

NARRATIVA

La prosperidad porfiriana
Durante el largo tiempo en que gobernó Díaz se realizaron obras importantes en varios puertos, y se tendieron 20,000 kilómetros de vías férreas. Las líneas de ferrocarril se trazaron hacia los puertos más importantes y hacia la frontera con los Estados Unidos de América para facilitar el intercambio comercial.
También sirvieron para facilitar la circulación de productos entre distintas regiones de México, y como medio de control político y militar. El correo y los telégrafos se extendieron por buena parte del territorio nacional. Se fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos, y poco a poco se fueron pagando las deudas.
La agricultura progresó espectacularmente en Yucatán, en Morelos y en La Laguna, se cultivó un sólo producto: henequén, caña de azúcar y algodón.
México tuvo un crecimiento económico nunca antes visto. Pero como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo favoreció a unos cuantos mexicanos y extranjeros. Con esto, la desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, se fue haciendo cada vez más profunda.
Se agudizó la tendencia a acumular terrenos en manos de unos pocos propietarios; es decir, a la formación de latifundios.
Los indígenas perdieron muchas tierras, y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como peones en las haciendas. Allí había trabajo, pero estaban mal pagados, tenían poca libertad y se veían obligados a gastar el poco dinero que ganaban en las tiendas de raya, que eran de los propios patrones y que vendían todo más caro. Al endeudarse en estas tiendas, los peones tenían que seguir trabajando para el mismo patrón, aunque los tratara mal. En algunas regiones, como la península de Yucatán y Valle Nacional, Oaxaca, los peones eran, por el trato que se les daba, prácticamente esclavos.
Las tiendas de raya
Las tiendas de raya eran precisamente eso, "tiendas" que vendían diversos bienes a los peones que trabajaban en las haciendas henequeneras de México en el siglo XIX. El nombre de "raya" es porque la moneda de cambio en esas tiendas era precisamente la "raya", que es una manera de llamar al salario diario que se le daba a los trabajadores de esa época (peones). Las tiendas de raya trabajaban de la siguiente manera: Eran establecimientos que generalmente eran administrados por el patrón de la hacienda, vendían los productos a precios exorbitantes y de una calidad pésima. Por ejemplo los pantalones que vendían a los peones para trabajar eran muy duros, raspaban la piel, (estaban hechos con fibra de henequén), y además duraban menos de un mes sin que se rompieran. Vendían además frijol, maíz, aves, huevos, etc., pero a precios que superaban por mucho la "raya" que el peón recibía. Es decir, si un peón ganaba 1 peso de raya diario, un pantalón costaba 5 pesos, por lo que los peones vivían endeudados por siempre, y en caso de muerte la deuda pasaba a sus hijos y/o nietos.
Las tiendas de raya vendían los productos que el peón necesitaba para vivir a diario, ya que como recordamos, las haciendas en aquél tiempo, aparte de estar muy alejadas de los poblados, sometían a sus peones a periodos de trabajo que más se acercaban al esclavismo que a un trabajo normal, incluso el mismo autor comenta que en la gran mayoría de las veces el peón ni siquiera tenía permitido el salir de la hacienda, y cuando alguien se escapaba de la hacienda era buscado y asesinado. Por ello, las tiendas de raya no eran una opción para el jornalero (peón) eran una necesidad, porque si no compraban ahí, no había otra manera de adquirir bienes.

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